Una de las características necesarias para obtener una fase ofensiva eficaz consiste en buscar los espacios menos defendidos por los adversarios para después saber explotarlos de la mejor forma posible con decisiones inmediatas y con la máxima velocidad de ejecución. Los espacios laterales son los más beneficiados y por ende el jugador especialmente ante defensas compactas, busca ampliar el frente de ataque con movimientos de basculación, toque en profundidad buscando realizar el típico centro o cross al corazón del área o con la realización de jugadas preestablecidas buscando distintas posiciones de lanzamiento en la misma, la eficacia del centro no dependerá exclusivamente de la modalidad de ejecución , el justo tiempo, la fuerza con la cual se realiza sino con la correcta lectura de la situación del juego, de las posiciones y los puntos de llegadas de sus compañeros y sobre todo del movimiento de los adversarios que estarán preparados para marcar y cubrir. Pero es de suma importancia la precisión esa misma que se adquiere a edades tempranas y se desarrolla con la exactitud de respuesta a la hora de dar un pase, de realizar un tiro al arco, de orientar el balón efectivamente hacia el compañero. Esa precisión técnica donde lo motriz asume un punto relevante se enlaza con la capacidad de visualización dinámica correspondiente al movimiento en el área de compañeros y adversarios y estática, cuando el jugador pierde esas milésimas de segundo en mirar y golpear el balón para realizar el centro. La precisión en el lanzamiento del centro no significa solamente que el jugador emboca la pelota donde quiere y la dirige donde se lo propone, sino la exactitud creativa a la hora de realizar este gesto sabiendo que su lanzamiento resolverá un problema táctico (como puede ser una marcación a hombre) y pondrá en situación de gol a sus compañeros que sistemáticamente estarán distribuidos en la zona neurálgica del área.